El retorno de la Yoli

No se trata de una nueva película de George Lucas, el de la Guerra de las Galaxias, sino de la vuelta a la política nacional de Yolanda Casaus como diputada en el Congreso, para sustituir a Vicente Guillén que ha pasado a ser diputado en Zaragoza. Ya ven, Yolanda ya fue diputada en dos anteriores legislaturas y Guillén lleva recorriendo parlamentos y Senado desde que hizo la Primera Comunión. A Yolanda le he dedicado un buen puñado de columnas de este blog. No tiene desperdicio. Cuando dejó el Congreso, porque no la votaron, y se volvió de concejala a su pueblo, Andorra, dejé de seguirle la pista porque ya no aparecía en los periódicos con sus meteduras de pata. También dejé de seguir su blog. Pero ahora ha vuelto. Estamos salvados. Con Yolanda todos los problemas de España se van a arreglar. De momento, según publica el Diario de Teruel el pasado día 30, la diputada Casaus ya le ha dicho a Wert, antes que lo cesaran,  “lo que piensa la calle sobre su política educativa”. Pero por si eso fuera poco, también  anuncia que al ministro Soria tiene ganas de “decirle cuatro cosas”. El terror ha llegado a la carrera de san Jerónimo. Y es que Yolanda suple su ignorancia con un arrojo y una voluntad de acero. O tal vez sea que tiene el atrevimiento del ignorante. Fíjense cómo describe doña Yolanda en su blog el nacimiento de la socialdemocracia: “Me siento identificada con aquellos trabajadores que dejaron de tirar adoquines a las autoridades y comenzaron a lanzar papeletas a las urnas dando paso al movimiento socialdemócrata”. Así de claro y así de simple. Rigor histórico, fruto de sesudas investigaciones y gran capacidad de divulgación para que todos lo entendamos, desde el profesor y la investigadora, a la sencilla ama de casa o al barrendero del barrio. Quedan pocos meses para que termine esta legislatura y se marche doña Yolanda de nuevo a su casa, espero que para siempre. Pero,  en estos meses,  seguro que nos regala varias perlas, de esas que hacen sentir vergüenza ajena. Yolanda que,  cuando murió Labordeta,   dijo que era amigo suyo, pero don José Antonio, en su libro Memorias de un beduino, apenas le dedicó dos líneas: “Yolanda, de la Andorra turolense, llegaba con el aire bravo de las minas de carbón y su presencia enseguida reafirmaba aquello de Teruel existe. Con ella sobre todo”. Y es que Yolanda no pasa desapercibida.

Evaristo Torres Olivas