Mucho se habla del despilfarro de los políticos manirrotos que funden nuestros dineros alegremente en proyectos descabellados. Aeropuertos
que no son necesarios, plazas de domingos gascones y luminarias de los toricos.
Obras que cuestan un huevo y que no tienen ninguna utilidad. Se habla menos de
las meteduras de pata y del malgasto en los sitios pequeños. Tal vez porque las
cuantías derrochadas no son tan escandalosas como las que se producen en
instituciones mayores. Frente a los
cientos de millones tirados al pozo en la construcción de un aeropuerto de
Ciudad Real, apenas tiene relevancia fundir unas decenas de miles de euros en
obras inútiles en un pueblo. Pero claro, si se suman todas las decenas de miles
en los cientos de pueblos, las sumas quemadas alegremente pueden ascender a
cifras escandalosas. Les voy a poner un ejemplo de proyecto absurdo. Un pueblo
que no llega a los mil habitantes. Tiene frontón, casa de cultura, casa de
juventud, cine, sala de exposiciones a la que llaman museo, ludoteca, espacios
para asociaciones. Hay locales públicos más que suficientes. En exceso,
incluso. En el llamado museo, en los
últimos siete años, no se han programado más de media docena de exposiciones.
La lógica, la racionalidad y las buenas prácticas de gestión aconsejan utilizar
los recursos eficientemente. Para
ahorrarse gastos de mantenimiento, calefacción, etc., lo más indicado es
concentrar las actividades en pocos locales y que estos sean polivalentes. Pues
en ese pueblo, con todos los locales que tiene, los lumbreras que lo dirigen no
han dudado en acondicionar otro espacio con dinero público: una sala de
exposiciones. Otro “museo”. Casi la
mitad de la población del pueblo supera los 50 años de edad. Un tercio tiene
más de 65 años. Más de cien personas exceden los 80 ¿Y dónde han ubicado la
nueva sala de exposiciones? En la planta más elevada del edifico más alto del
pueblo. Y sin ascensor. En una planta abuhardillada que impide que se puedan
colgar cuadros en las paredes. Para acceder a ese desván no hay 39 escalones
como en la película de Hitchcock sino 58. Ah,
eso sí, hay una rampa de acceso en la calle que conduce a quienes van en
silla de ruedas hasta el primero de los 58 escalones. Surrealista. Parece una obra de tebeo, de las de Pepe
Gotera y Otilio, chapuzas a domicilio, pero es la pura realidad. Seguro que los
lectores podrán poner otros ejemplos de barbaridades semejantes en sus pueblos.
Ejemplos de incompetencia y de derroche. Y de falta de respeto a las personas
mayores o a las que tienen dificultad para subir escaleras. Cincuenta y ocho.
viernes, 13 de septiembre de 2013
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Baronia de Escriche???
Publicar un comentario