Evaristo Torres Olivas
miércoles, 17 de julio de 2013
Vivir la muerte
El domingo leí el artículo de opinión de Javier Marías en el
País Semanal en el que critica la práctica del enchufismo, tan querida en España: colocar a los vástagos, los cónyuges,
al cuñado o a los amigos, si se ejerce un cargo público o se goza de poder e
influencia en un campo determinado. El lunes leí otro artículo, este de Maribel
S. Timoneda, en el Diario de Teruel, en el que hace una semblanza de la
periodista alcañizana, Pilar Narvión, recientemente fallecida. En ese artículo
cita unas palabras del periodista Juan Carlos Soriano, autor de una biografía
de Pilar Narvión, en las que dice que la biografiada “fue una buena persona que
ayudó a muchos compañeros nuestros [periodistas] a quienes ayudaba a arreglar
el servicio militar, gracias a que tenía un hermano militar en Valencia”. Lo de
arreglar el servicio militar supongo que querrá decir que doña Pilar conseguía,
con la ayuda de su hermano, que a sus
amigos periodistas les tocara un “buen destino” o incluso que no aparecieran
por el cuartel. Yo de esto sé mucho porque tenía un amigo cuyo padre era
coronel y su mili duró tres meses mientras que la mía me tuvo 14 meses haciendo
el gilipollas y perdiendo el tiempo en un cuartelucho de mierda en Barcelona,
dirigido por unos mandos ineptos, vagos y deshonestos. Lo que para uno, Javier
Marías, es un comportamiento reprobable, para otro, Juan Carlos Soriano, es
indicador de la bondad de las personas. Yo me pongo del lado de Marías: creo
que nadie debe aprovecharse de su poder para favorecer a su parentela y amigos
con dinero de los contribuyentes o para librarle de prestar un servicio
obligatorio. No voy a criticar a doña Pilar Narvión, una de las escasas
periodistas durante el franquismo, por hacer lo que llevamos haciendo los
españoles desde los tiempos de Indíbil y Mandonio, o antes. A quien sí voy a
criticar es a la autora del artículo sobre Pilar Narvión, Maribel S. Timoneda. Escribe que
doña Pilar “volvió a España en 1973 para vivir la muerte de Carrero Blanco y de Franco”. Como oxímoron no está mal, o incluso como
título de un libro de humor o de fundamentalismo religioso, pero no creo que
Pilar Narvión , subdirectora de Pueblo,
volviera a España para vivir la muerte, aunque fuera la de esos dos personajes
tan despreciables.
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