Evaristo Torres Olivas
martes, 12 de febrero de 2013
Ceporros y ababoles
La psiquiatría y la psicología emplean otros nombres para diagnosticar
a las personas de pocas luces que se creen dotadas de un talento
extraordinario. Yo, si son hombres, los
llamo ceporros y tarugos; si mujeres, son más adecuados los términos abanto y
ababol. En eso pienso cuando leo los escritos de Hugo Miquele en el Diario de
Teruel. Don Hugo es un ágrafo con ínfulas que desprestigia la profesión de
periodista, aunque él no lo sea. Y también desprestigia a un diario público y a
quienes permiten que alguien como él escriba semana tras semana. Y no me
refiero al contenido, sino a la forma, a la calidad de la escritura que
deberían tener quienes escriben habitualmente en un medio de comunicación. Este
individuo suspendería un ejercicio de redacción de la enseñanza primaria y se
las da de columnista. Desconoce las reglas ortográficas y sintácticas más elementales, su vocabulario
es muy limitado; y cuando utiliza palabras del lenguaje económico o jurídico,
casi siempre las emplea mal. En su garabatos del día 3 de febrero, don Hugo
escribe tres veces el nombre del extesorero del PP, Bárcenas, y en las tres lo
escribe mal. Habla de “unos presuntos libros de
contabilidad paralela”, ignorando que el adjetivo presunto se aplica a las
personas y no a los libros, aunque estos sean de contabilidad y el contable sea
el presunto evasor de impuestos Bárcenas. Pero seguro que al señor Miquele le
parece perfecta esa expresión, como también le parecerá bien llamar a Bárcenas presunto imputado o presunto sospechoso.
El día 10 de febrero vuelve a demostrar su ignorancia cuando afirma lo
siguiente: “Desde pequeño padezco una rara enfermedad que me lleva a refutar
con datos la mayoría de de mis opiniones y a aplicar el criterio de prudencia
ante muchas cosas”. O bien don Hugo no sabe qué significa refutar y confunde
esta palabra con ratificar, contrastar o confirmar, o bien, efectivamente,
padece una grave enfermedad que consiste en tener opiniones totalmente
equivocadas que han de ser refutadas, rebatidas y negadas por la evidencia de
los datos. Y si sus opiniones están equivocadas ¿para qué cojones opina todos
los domingos en el Diario de Teruel?
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A samugazos
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