“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

lunes, 3 de diciembre de 2012

Montarse la película

“Cada territorio ha construido su propia tradición cargada de mitos y a veces de falsificaciones. Podríamos decir que cada comunidad autónoma se ha montado su propia película historicista. Siempre ha habido presiones de cara a la instrumentalización política de la historia y el reto de los historiadores es intentar no contaminarse políticamente”. Estas palabras son del profesor Ricardo García Cárcel, Premio Nacional de Historia. La mejor manera de justificar la independencia, ya sea de España, de Cataluña o de Santa Eulalia del Campo, consiste en fabricarse una historia en la que los otros son unos cabrones y unos corruptos  que en lo único que piensan cada mañana cuando se levantan es en cómo jodernos. Que en esa falsificación de la historia participen los políticos es algo que no sorprende, tratándose, en la mayoría de los casos,  de cenutrios que solo buscan su beneficio personal. Lo que es menos entendible es que a ese circo se apunten muchos historiadores;  historiadores que se “contaminan políticamente”.  La historia, entonces, deja de ser la disciplina, la ciencia social, que estudia el pasado, para convertirse en historia, en narración inventada, en cuento, chisme y enredo, según otra de las acepciones de la palabra. Leía hace unos días, con motivo de las elecciones catalanas, que el mejor propagandista del independentismo catalán es el PP de Rajoy, que quiere gobernar a golpe de  españolazos”. Si uno escucha los discursos del PP en las pasadas elecciones catalanas, se hace nacionalista catalán aunque no lo fuera anteriormente. Los políticos   independentistas catalanes también contribuyen lo suyo en desprestigiar a Cataluña, achacando todos sus males a la puta España,  según la desafortunada  expresión del fallecido Pepe Rubianes. Escuchándolos también dan ganas de hacerse nacionalistas español, de los de desfilar con la cabra por delante. En definitiva, que aunque parezcan tan diferentes, Mas y Rajoy, Rajoy y Mas, son exactamente lo mismo, cada uno con sus símbolos a cuestas. Uno con su don Pelayo y el otro con su Guifré el Pilós. Los dos nos quieren vender la misma burra. Una burra muy desprestigiada, que ni siquiera estuvo en el pesebre de Belén. Lo ha dicho el Papa.

Evaristo Torres Olivas

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