“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

viernes, 5 de octubre de 2012

Olvido Hormigos y el eccehomo de doña Cecilia

Ahora que ya ha pasado el linchamiento y se ha dejado hablar del asunto, voy a hacerlo yo. Lo de la concejala  Olvido Hormigos me parece hermoso. No que la linchen, ni que los beatos, meapilas, curillas y monjitas pongan el grito en el cielo, ni que la llamen puta. Me parece hermoso que grabara el video y se lo enviara a su chico. Y más hermoso aún hubiera sido que su chico le hubiera respondido con otro video similar. La putada es que algo hermoso y privado se haya hecho público. Todos los días vemos videos violentos, salvajes incluso, y nadie se queja ni se echa las manos a la cabeza; todos los días vemos a los políticos contando mentiras o insultando y nos parece normal. Lo que sí me ha hecho pensar es cómo hemos podido llegar a esta situación, cómo nos hemos podido degradar tanto. No sé si es consecuencia de la puta mierda de la telebasura, que no distingue entre público y privado, que es capaz de llenar tres días de programación hablando del pezón de la teta derecha de Isabel Pantoja o del tamaño de la chorra del Lecquio, o de que llevamos en nuestro código genético el gen chafardero que nos hace babear ante los detalles más escabrosos de la vida de los demás y que la puta mierda de la telebasura no hace sino ponernos en bandeja aquello que nos gusta. No menos escandaloso es el caso del eccehomo de Borja, al que una octogenaria sin conocimientos de pintura restauró a su manera. Pues ahora hay colas para visitar el destrozo de la octogenaria y el ayuntamiento ha decidido sacar tajada y cobrar un euro de entrada para ver al monstruo. Y doña Cecilia, que así se llama la señora destrozadora de cuadros, ha declarado que ella también quiere cobrar derechos de autor. Así somos: si  un zumbado le clavara un cuchillo al cuadro Las Meninas, un enjambre de imbéciles que jamás habían visitado anteriormente el Prado se darían codazos en la fila para ver el destrozo. Aunque les cobraran cinco euros. Y el abogado del acuchillador pediría para su cliente una parte de la recaudación. Por derechos de autor.

Evaristo Torres Olivas
 

3 comentarios:

Anónimo dijo...

No sé dónde lo leí, supongo que todavía pululará por internet, pero se ve que Ryanair incluso puso vuelos desde muchos aeropuertos a su terminal de Zaragoza para la gente interesada en ir a Borja.
Esto nos da una idea, primero, de la estupidez y el papanatismo instalados en la sociedad, y segundo, del tremendo poder que tienen los medios de comunicación sobre las personas.
Si hubieran sido rigurosos, esto no debería haber pasado de anécdota, pero son capaces de lanzarlo al mundo y, automáticamente y sin esfuerzo, conseguir tener a miles de personas hablando de la enésima chorrada.
Evidentemente, utilizado este poder en otros asuntos, como así hacen, es escalofriante el nivel de dirigismo, de implantación de ideas, de nociones, enfoques, etc... y supresión de otras que tiene sobre millones de personas.

La situación mundial lo prueba.

Anónimo dijo...

En el caso del vídeo estoy totalmente de acuerdo contigo, pero yo me planteo: si en lugar de la concejala del PSOE, de buen ver, se tratase de un concejal calvo y barrigudo y además del PP, no habría sido objeto de burla, mofa y escarnio por parte de las filas de la izquierda progresista, respetuosa y democrática.

Eto dijo...

Estoy de acuerdo contigo; de hecho hace unos años, quince, se hizo algo parecido con el por otros motivos impresentable Pedrojota Ramírez. Un video del periodista y una señora guineana llamada Exuperancia circulaba por todas partes y eso que entonces los You tube y los móviles con cámara no estaban tan desarrollados. En definitiva, que la estupidez no tiene ideología.