Evaristo Torres Olivas
sábado, 9 de abril de 2011
Deudas de juego
Me ha sorprendido Manuel Martín en su columna del Diario de Teruel del pasado 28 de marzo. Leo siempre sus escritos y suelo coincidir con él en muchas cosas. Le tengo por persona cabal y moderada. De ahí la sorpresa cuando he leído lo siguiente: “Claman para que se les persone la deuda mediante la entrega de la vivienda hipotecada que ha pasado a valer la mitad. Mejor dicho, no piden perdón: exigen. Compadezco a quien ha tenido una desgracia en la vida, pero no a quien ha perdido en el juego”. Duro y cruel, don Manuel. Además de falso. Es lo que tiene resumir los asuntos complejos con dos palabras. En primer lugar, el precio de la vivienda no ha caído un 50 por ciento desde el inicio de la crisis. Debe de andar entre un 15 y un 20 por ciento. Cosa distinta es que los bancos, en su letra menuda, impongan que la casa se subastará por el 50 por ciento del valor escriturado (que no es siempre el precio de compra, con la complicidad de los señores notarios). En todo caso, de tratarse de un juego, como sugiere don Manuel, uno de los jugadores llevaría las cartas marcadas y tres ases en la manga. Don Manuel tampoco distingue entre el especulador, el que vive del trapicheo y del trile, de la familia que quiere tener su casa, no para revenderla y forrarse, sino para vivir. Al pobre desgraciado que se metió en la compra de un piso contando solamente con su nómina, don Manuel lo acusa de jugador. Y si se queda sin trabajo y no puede pagar la hipoteca, que se joda y que lo hubiera pensado antes. Sólo le ha faltado decir al señor Martín que si ese desgraciado se ha quedado sin trabajo, por algo será. Seguramente es un vago, un mal trabajador que quería arruinar al patrón. Como tampoco dice nada, seguramente a don Manuel le parecerá bien que a los jugadores tramposos, a los de las cartas marcadas, a los banqueros, el Estado los compadezca por haberes arriesgado tanto y les ha soltado muchos miles de millones para que no se hundan. Que Alemania, Francia o Portugal tengan soluciones cercanas a la dación en pago para los deudores de buena fe, a Manuel Martín le parecerán unas chuminadas propias de regímenes bolcheviques o de comunas anarquistas.
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A estacazo limpio
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