“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

lunes, 7 de marzo de 2011

Apretar y ahogar

Viernes, 4 de marzo. Hay días en que todo se conjura para joderle la vida a uno. Días en los que algún dios cabrón aprieta y ahoga. Qué razón tenía aquel que dijo: hoy es un buen día pero verás como viene alguien y lo jode. Y así ha sido. Como muchos días, desde que no venden periódicos en mi pueblo, voy a Santa Eulalia del Campo. Un cortado y la lectura de los periódicos. Un placer. Una experiencia casi religiosa. Y así era ese viernes, hasta que leo en el Diario de Teruel una tribuna de Vicente Guillén. Nauseabunda. Erre que erre con lo mismo, con ese estilo mitinero, zafio, repetitivo, cansino. Otra vez lo que han contado los socialistas dos millones de veces durante los últimos tres años. Que la culpa de la crisis la tienen el chachachá y el PP. No llego al final de la lectura. Me altero. Me salgo a la calle a fumarme un cigarro y a tranquilizarme. He ido a ese bar muchas veces. Está frente a la estación de tren. Nunca antes me había fijado, pero hoy, el día que menos lo necesitaba, mientras expulso el humo del cigarrillo, la vista se detiene a mirar el nombre de la calle. Trillo Figueroa. Mierda. En Santa Eulalia tienen una calle dedicada al que fuera gobernador franquista de Teruel, padre del Federico del PP, exministro de Defensa cuando lo del Yak-42. Siento que voy a vomitar. Entro de nuevo al bar. Un sorbo de café. Vuelvo a la lectura. Esta vez el Heraldo. Del martes 2 de marzo. No estoy para más política así que me voy a la sección de cultura. Y la vuelvo a cagar. Titular: “La familia de Pablo Serrano rompe con la DGA a tres semanas de reinaugurar el museo”. Derroche, esculturas desaparecidas. Ninguneo a la familia del escultor. Viceconsejero de Cultura, Juan José Vázquez con aires de grandeza. Su mujer, Chus Tudelilla metida en el ajo. Nuestro Jaime Vicente, director general de Patrimonio, no quiere comentar qué pinta la señora Tudelilla en ese fregado. Se mezcla todo, lo público con lo privado. ¡Quién mejor que la esposa para dirigir un museo! Son cargos de confianza y ¿quién puede haber de más confianza que la compañera del alma, compañera? Cierro el periódico y me voy. Leo el título del libro que regala Público esta semana: Ética y Política. De José Luis López Aranguren. No sé si llevármelo o tirarlo a la papelera. Me han jodido el día.

Evaristo Torres Olivas

2 comentarios:

Luis Antonio dijo...

Cuando una lectura resulta ingrata, lo que procede es dejarla estar y buscar otra. Pero parece ser que te "va la marcha", ¿no?

No te enfades conmigo...

Un cordial saludo

Anónimo dijo...

Lo peor es que en las calles, en los periódicos, en la Tv - para quien todavía conserva un aparato tan dañiño-, etc... es completamente imposible no toparte con algo que te recuerde en qué mierda de mundo vivimos.
Aunque te vayas al campo, al lugar más recóndito a pasear, descubres que alguno tuvo la feliz idea de joder algo, de encementarlo, con alguna peregrina razón.
En fin, no es posible escapar, por lo que más vale aliviar tensiones como se pueda, pues el cabreo periódico es inevitable.

Saludos