Una panda de friquis

Escucho en la radio a Manuel Marín, actual presidente de la Fundación Iberdrola, y anteriormente presidente del Congreso, comisario europeo, secretario de Estado. Un político con una sólida formación, una dilatada experiencia internacional y un palmarés de éxitos notable. Además es un tío educado, discreto y reflexivo. Si de algo se le puede acusar es de que se ha puesto a largar y a llamar las cosas por su nombre cuando ya no pinta nada en el PSOE ni en la política. Esto nos da una idea de cómo funcionan los partidos políticos, cómo mantienen la ley del silencio y cómo nos enteramos de algunas cosas solamente cuando a un miembro lo expulsan o ya no pinta nada en el partido. Ha afirmado don Manuel que la política en España es de muy mala calidad, en la que predomina el cortísimo plazo. Es decir, que nuestras señorías y señoríos, ilustrísimos e ilustrísimas deberían ir todos al Afflelou ese de las gafas porque no junan ni al burro ni a los tres que van encima más allá de las próximas elecciones. Sobre su experiencia en el Congreso dice Marín que no solamente era imposible tratar con los de enfrente, el PP, sino que no se entendía ni con los suyos. Con esa tropa es imposible pactar ni modelo energético, ni pacto educativo, ni eficacia y eficiencia de las autonomías, ni ninguna otra de las llamadas políticas estructurales. Marín llama a los parlamentarios de ERC “una panda de friquis que nos han llevado a la ruina”. Yo no limitaría la expresión solamente a los de ese grupo sino que lo aplicaría a muchos otros políticos de todo el arco parlamentario. Y desde luego a muchos de los nuestros en Teruel. Escuchando sus discursos, leyendo sus colaboraciones en el Diario de Teruel, soportando sus cacicadas (Arrufat en el Diario de Teruel) y sus charlotadas (Ferrer en el Ayuntamiento) uno se da cuenta de que si viviera todavía Tod Browning, no tendría muchos problemas para el casting de una nueva versión de Freaks. O incluso la podría realizar perfectamente un director español con mucho talento, Álex de la Iglesia. En vez de ambientarla en el circo, la podría localizar en un parlamento o en un ayuntamiento que, para el caso, viene a ser lo mismo.

Evaristo Torres Olivas