“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

sábado, 5 de junio de 2010

Los pelos en la lengua

Decía mi abuelo, equivocadamente, que escribir y hablar bien no cuesta una mierda. Esto viene a cuento de la Metro de Toni Losantos en la que se queja, con razón, de los porqués de que y de qué. El Horno Sanz elabora buenos panes y tortas pero no tiene suerte con los envoltorios. La culpa no es suya sino de los traductores y de las empresas que le diseñan los carteles y las bolsas para el pan. No deja de sorprender la poca importancia que le dan las empresas de artes gráficas al cuidado de nuestro idioma. Nadie aceptaría que le entregaran un coche con abolladuras, y la aparición de un pelo en la sopa sería razón para pedirle el libro de reclamaciones al camarero que nos la sirviera. Sin embargo, con los bollos y los pelos de la lengua no vemos ningún motivo de queja. Esa dejadez no afecta solamente a las empresas pequeñas: la mastodóntica Telefónica pasea por el mundo un logotipo sobre fondo azul degradado que reza Telefonica, sin tilde. También es muy conocido el texto que llevaban impreso los paquetes de cigarrillos: “Las Autoridades Sanitarias advierten que el tabaco perjudica seriamente la salud”. En menos de una línea, seis faltas. Lo correcto hubiera sido escribir: Las autoridades sanitarias advierten de que fumar perjudica gravemente a la salud. Nos hemos vuelto muy exigentes con la calidad de la ropa, la higiene, el cuidado del cabello y de la piel, pero no parece que haya tenido mucho éxito el propósito de la Real Academia Española de «fijar las voces y vocablos de la lengua castellana en su mayor propiedad, elegancia y pureza». La leyenda de la RAE, limpia, fija y da esplendor, a pesar de parecerse mucho a los anuncios de Fairy y de Mistol, no ha logrado desincrustar la roña del idioma. Claro, que de poco sirve un eslogan cuando aquellos que deberían dar ejemplo, locutores, periodistas y políticos, destrozan el idioma en cada una de sus intervenciones. El Diario de Teruel es un buen ejemplo. Todos nos equivocamos de vez en cuando, pero hay personas que se equivocan siempre. Si además esas personas que siempre se equivocan estudiaron la carrera de magisterio, aunque ahora se pavoneen de ser diputados y senadores, no parece que podamos albergar muchas esperanzas en el futuro.

Evaristo Torres Olivas. Villarquemado
DdT 5/6/2010

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