“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

sábado, 6 de marzo de 2010

La guillotina

La mayoría de las veces que escribo en el Diario de Teruel, intento echarle un poco de humor y desenfado a mis palabras. Otra cosa es que a los lectores les hagan gracia mis chorradas. Hoy no me apetece hacerme el gracioso.Debería importarme un bledo que la Iglesia no dé la comunión a los católicos que hayan votado a favor de la ley del aborto. Yo no pertenezco a ese club y lo que hagan debería serme indiferente. Pero no es así. Me revienta la hipocresía, la falsedad, y la doble moral de una organización que dice que su reino no es de este mundo pero no deja de tocar los huevos en éste. Lo que realmente me indigna es la incoherencia, la bajeza moral de la Conferencia episcopal. Los que ya no cumplimos los cuarenta y diez, recordamos con asco las imágenes de los cardenales paseando bajo palio a unos de los mayores criminales que ha tenido este país: Francisco Franco. Y a su cómplice que comulgaba a diario en la calle Claudio Coello: Carrero Blanco. Aunque yo era muy joven en aquella época, confieso que el día que ascendió al cielo de la azotea a bombazos no derramé una sola lágrima. Y no se trata de justificar la violencia, que no la justifico en ningún caso. Mi afirmación solamente refleja un hecho objetivo: no lloré. Y si nos remontamos unos años atrás, en época de borbones putañeros y borbonas fogosas y analfabetas, la Iglesia los bendecía con sores Patrocinio y padres Claret. Ahora que se ha aprobado la ley del aborto y el Rey debe sancionarla, la Conferencia episcopal, después de haber estado jodiendo al personal con la tabarra de la excomunión, dice que el Rey sí podrá comulgar. Ni siquiera le piden que dimita un día, como hizo Balduino de Bélgica. Al final voy a tener que darle la razón a Pérez-Reverte cuando en una reciente entrevista en el suplemento El cultural, afirma que en España nos “faltó una guillotina a final del siglo XVIII que le picara el billete a los curas, a los reyes, a los obispos y a los aristócratas”. De haber sucedido, tampoco hubiera llorado si hubiera vivido en esa época. Y no se trata de justificar la violencia, que no la justifico en ningún caso. Mi afirmación solamente refleja un hecho objetivo: no hubiera llorado.
Evaristo Torres Olivas. Villarquemado
DdT 6/3/2010

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