He estado unos días en los madriles. De vez en cuando me hago una escapada a la villa y corte para visitar alguna exposición, recorrer las librerías del centro y patearme los pasillos y vagones del metro para ver por dónde apuntan las nuevas tendencias patrias. Lo que ahora se lleva es el cenutrio con el pelo enmarañado, pantalones con la cinturilla a la altura de los huevos, auriculares del emepetrés en las orejas y videoconsola en las manos. Al pasar por el Congreso de los Diputados, una de las sedes de la representación de la soberanía popular, y pensando en los cenutrios, me ha venido a la memoria el ministro de Trabajo, don Celestino Corbacho. ¡Qué extrañas asociaciones produce la mente! En plena crisis, con cuatro millones de parados, con el chunda chunda de la jubilación a los 67 años todavía resonando, va el señor ministro, el responsable de los asuntos sociales, de las jubilaciones y del sistema público de pensiones, y no se le ocurre otra cosa que recomendar a los españoles que se hagan un plan de pensiones privado. ¡Olé tus huevos, Celestino! ¿Se imagina a un vendedor de bicicletas que le diga que lo que a usted le conviene es una moto, o que a un moribundo creyente le digan que el Papa acaba de anunciar por la tele que Dios no existe o que el Cielo es un invento? Pues eso mismo es lo que ha hecho el celestial ciclista Celestino, recomendarnos que nos compremos una moto. Uno podría esperarse semejante propuesta de un partido liberal, de esos que quieren reducir el papel del Estado a unos jueces que defiendan la propiedad de los ricos y unos policías que protejan la propiedad de los ricos que los jueces defienden. Pero que un ministro de un partido que se dice socialista, que proclama todos los días que en esta crisis no se van a tocar los derechos sociales de los trabajadores, les recomiende a esos trabajadores que se hagan un plan de pensiones privado, es para ponerse a temblar. El propio Celestino tiene un plan privado, casi todos los ministros, los parlamentarios—a éstos se los pagamos con nuestros impuestos—; incluso el comunista Llamazares tiene uno. Y Durán i Lleida, pobrecillo, que dice que el suyo es muy bajito, apenas seiscientos euros al mes, una miseria; el sesenta por ciento del salario de un mileurista. Zapatero no tiene plan de pensiones; tiene algo mucho mejor: un salario vitalicio cojonudo.
Evaristo Torres Olivas. Villarquemado
DdT 28/3/210
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2 comentarios:
This is Spain. Tenemos lo que nos merecemos, don Evaristo. Que les estemos pagando la jubilación a estos mamones tiene delito, pero que encima nos salga este señor y con toda su jeta se atreva a decir lo que todo el mundo sabe...no tiene precio.
Posiblemente se ha quedado usted corto con el titular del artículo de hoy.
Magnífico, Evaristo. Por cierto, y ya que también se ha comentado hoy en el Diario de Teruel: ¿Qué pasa con los sindicatos? ¿Están, se les espera? Me parece que, ya que cobran también de nosotros, deberían defendernos y no lo que hacen ahora, ¿no cree usted?
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