“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

jueves, 3 de septiembre de 2009

Hortensios

Yo tuve un jefe cubano. Mal bicho. Muy malo. Un perrito faldero con los jefes y un hijo de puta con los subordinados. Tenía la desconfianza de los ignorantes. Renegó de Fidel para ser un acérrimo de Bush padre. Y apellidándose Pérez pretendía ser más norteamericano que el apple pie, la Cola Cola , el pollo frito de Kentucky y el Ku Klux Klan juntos. Ese mismo comportamiento lo he observado en muchos Fernández y Rodríguez cuando vivía en Cataluña. Era tan estúpido, que llamándose Hortensio Pérez, americanizó su nombre y en todos los papeles figuraba como Hort O. Perez. A Hort O. lo trajeron a España por el único mérito de que hablaba español. Lo pusieron a dirigir el departamento de Recursos Humanos en el que yo me encargaba de las relaciones laborales y la administración del personal. Mis compañeros y yo perdíamos más tiempo en explicarle obviedades, escribirle sus cartas, discursos e intervenciones que en el desempeño de nuestro propio trabajo. A cualquier otro se le hubiera caído la cara de vergüenza pero a Hortensio no: se creía un genio de la gestión. De un departamento de 15 personas, en dos años nos fuimos todos menos dos. Pero Hortensio siguió hasta que lo devolvieron a Miami para disfrutar de un inmerecido retiro dorado.
Cuando escucho a muchos de nuestros políticos no puedo evitar ver en ellos la reencarnación de Hortensio. Y pienso en las horas que anónimos funcionarios y asesores habrán perdido para que los hortensios puedan articular cuatro palabras seguidas o leer diez líneas de texto. De todos los políticos con los que he hablado o a los que he escuchado en presentaciones, mítines, inauguraciones, celebraciones o pregones durante los dos años que llevo en Teruel, uno de los pocos que me merece credibilidad y confianza es Jaime Vicente Redón, director general de Patrimonio cultural. Sus intervenciones son brillantes, sabe de lo que habla y lo expresa de forma sencilla y amena. Lo he escuchado varias veces, en la sede del gobierno de Aragón, en el Museo Provincial, en la Iglesia de san Pedro o en la Escuela de arte. Una de las pocas excepciones en el hortal de la política, plagado de cardos y hortensios.
Evaristo Torres Olivas. Villarquemado
DdT 3/9/2009

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