Estaba yo pensando en lo mucho que se parecen la misa de los domingos y los mítines políticos, donde tanto en una como en los otros, siempre acuden los mismos a escuchar a los mismos concelebrantes, unos hablando del niño Jesús y otros de la niña de Rajoy, unos haciendo el signo de la cruz y otros el de la ceja. Y todos comulgando con ruedas de molino. En eso estaba pensando cuando por la radio me entero del asesinato de Isaías. Y me imagino a ese asesino, henchido de odio, disparando por la espalda a un hombre que pasea con su mujer y su hija. Lo imagino después corriendo al lugar donde le espera un coche para salir zumbando. Pienso en lo que hablan mientras se dirigen a la madriguera donde los recibirán otras ratas como ellos. ¿Qué se dirán? ¿Se abrazarán? ¿Chocarán las manos como los jugadores de baloncesto cuando consiguen una canasta espectacular? ¿Gritarán Gora Euskadi? Y ese malnacido ¿tendrá padres y hermanos? ¿Será capaz de conciliar el sueño? ¿Irá al cine, a visitar un museo, a pasear con los amigos? ¿Se emocionará con el llanto de un niño o la sonrisa de un anciano? ¿Será capaz de comerse un bocadillo sin que le den arcadas? ¿Qué pensará de sí mismo al ver su imagen reflejada en un espejo? ¿Qué cosecha espera recoger sembrando terror y regando con sangre la tierra que no debiera haberlo visto nacer? Maldito asesino.
Evaristo Torres Olivas. Villarquemado
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario