Iba a titular esta carta Cónclave de humor, pero me lo he pensado mejor y lo he cambiado para, sin perder el sentido del humor, no arriesgarme a padecer una condena al castigo eterno. Leo en un artículo de prensa que al nuevo papa León XIV se le consideraba demasiado joven para ocupar el cargo. Está a unos meses de cumplir setenta años. Los mismos que yo. En cualquier profesión, tener setenta años te cierra muchas puertas. Y no es de extrañar: a esa edad uno ya no está en plenas facultades físicas y mentales para el desempeño de una profesión. Lo mismo ocurre en sentido opuesto: presentarse a un puesto de mucha responsabilidad con una corta edad. ¿Imaginan a un hombre o una mujer de veinte años que aspira a ser consejero delegado de una multinacional? A partir de los sesenta y cinco se entra en una edad provecta en la que uno debe aprovechar para disfrutar de una merecida jubilación. Leer, apuntarse a los viajes del Imserso, cuidar al perro y disfrutar con los amigos y la familia. Evitar las interminables reuniones de trabajo, los puñetazos en la mesa y las reprimendas de compañeros y jefes. Pero para la Iglesia no es así: el Espíritu Santo tiene razones que la razón no entiende. Elegir a un papa de cincuenta años sería considerado explotación infantil. La plenitud de facultades para ocupar el puesto se alcanza a partir de los ochenta años. La parte buena de todo esto es que gracias a la Santa Sede me siento como un adolescente. Me he comprado una gorra de béisbol, unas zapatillas de marca, una raqueta de tenis y un monopatín. He anulado mis viajes del Imserso y la semana que viene me voy con mi moto a una macrofiesta “rave” en un pueblo de Huesca. Chunda chunda.
Evaristo Torres Olivas
1 comentario:
Si los Cardenales eligen a un Papa “joven” los electores ya saben que de no mediar muerte prematura ellos jamás lo serán. Así que eligen calculando la edad del elegido y la de ellos.
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