He tenido muchos jefes a lo largo de mi vida laboral: el
peor, una mujer cubana de Miami. He tenido muchos compañeros de trabajo: el
peor, un negro canadiense. He tenido muchos amigos: el peor, un filipino de
Manila. Me he encontrado con mucha gente a lo largo de mi vida: el más
fanático, un alemán rubio y blanquito de Bremen. La persona más imbécil, una
sueca de Gotemburgo. El más guarro, un colega blanco francés. La peor persona
que he conocido, un elemento de mi pueblo y la persona más mentirosa y
manipuladora, una elementa también de mi pueblo. Y si nos fijamos en las
cualidades positivas, el reparto sería similar. Es decir, que lo bueno y lo
malo están repartidos por igual entre sexos, nacionalidades, color de piel,
edad, de ciudad, de aldea y cualquier otra clasificación de las personas que
queramos hacer. Ni las mujeres son más sensibles que los hombres, ni los negros
son mejores personas, ni los blancos más listos, ni las rubias son tontas y los
calvos, eminencias. Sin embargo, en nuestra
sociedad nos han inculcado ciertas ideas y opiniones sin fundamento que son las
que todavía hoy prevalecen en gran medida. A saber: los hombres sirven para
mandar y las mujeres para obedecer. Los del norte son fuertes y trabajadores y
los del sur, flojos y perezosos. La raza blanca es muy superior a todas las
demás. Los ricos lo son porque han trabajado mucho y han ahorrado mientras que
los pobres lo dilapidan todo y después quieren que los demás les solucionen sus
problemas. También se nos ha inculcado que todo lo privado es mejor que lo
público y que nuestra religión es la única verdadera. De acuerdo con estas
falsas creencias, las empresas y los gobiernos deben estar dirigidos por
hombres blancos, del norte, cristianos y ricos: Donald Trump. A estas
aberraciones se llega cuando se parte de falsas premisas, de opiniones en lugar
de datos contrastados. Como si a alguien se le dice que si se sube a un tejado
con abanicos abiertos en sendas manos, los mueve con fuerza y se tira al vacío,
volará como los pájaros. Cierto, como
pájaros de escayola o con plomo en las alas.
Evaristo Torres Olivas
Hombre rico blanco del Norte
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