Evaristo Torres Olivas
lunes, 11 de enero de 2016
Tabla rasa
En una cena con amigos durante estas navidades hablamos de
si las personas cuando venimos al mundo somos una tabla rasa y la cultura, la
educación y el entorno van escribiendo en esa cuartilla en blanco el libro de
instrucciones de nuestra vida, o si, por el contrario, ya nacemos programados. También
hablamos de Rousseau y de Hobbes, del buen salvaje y del hombre que es un lobo
para el hombre, de si somos buenos y la sociedad nos corrompe, si el balarrasa se
hace o si el que nace lechón muere gorrino. La mayoría opinaba que era una mezcla, un fifty- fifty. Yo, por llevar la
contraria y prolongar un poco la discusión, defendí un noventa-diez a favor de la tesis de que se
viene al mundo con la “hoja de ruta”
marcada. Como argumento de autoridad cité a mi abuelo cuando se enteraba que
alguien del pueblo había hecho una fechoría y sentenciaba que “ese lo lleva en
la sangre”. Llevarlo en la sangre es no
poderte desviar del camino trazado. Por mucho que se intente, al final la cabra
siempre tira al monte. Y como en la cena había un amigo que es muy socialista
del PSOE, para fastidiarle le puse un ejemplo que hacía mi tesis irrefutable.
Le dije, mira, la familia García/Pérez tiene al padre, la madre y el hijo en paro.
Llevan el paro en la sangre. La familia
Escuin/Borao, todos trabajando de políticos y del mismo partido, el PSOE de
Teruel. Papá Escuin, José Ignacio, gerente del Sector de Teruel y Alcañiz del
Salud. Mamá Borao, Perla, senadora. Y el hijo, Ignacio, director general de
Cultura. Ser político lo llevan en la sangre, lo mismo que Guillén lleva en la
sangre ocupar un puesto tras otro desde hace treinta años. Es la fuerza del sino, y por mucho que ellos quieran
no pueden oponerse a la presión que les mantiene el trasero pegado al escaño y al
asiento del coche oficial. Solo unos
pocos, un diez por ciento, según mi teoría de esa noche después de tres copas de cava, logran romper amarras y salirse del
camino trazado. Aunque generalmente salen por una puerta giratoria que les
lleva a ser consejeros de una caja de ahorros, una compañía telefónica o una
eléctrica, que vienen a ser como la metadona que les ayuda a desengancharse de
la droga dura de la política.
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Títeres sin cabeza
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