“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

viernes, 8 de enero de 2016

Melchora, Gaspara y Baltasara

Ya se ha pasado todo el circo de la Navidad, con sus reyes y sus belenes y otras monsergas. Yo también estoy cabreado con lo de los putos reyes magos de las narices. Pero no por los mismos motivos que la pepera Álvarez de Toledo, doña Cayetana, la marquesa pija. Mi cabreo se debe a la tergiversación que se hace de la historia. En todos los cuentos infantiles los reyes son buenos y se desviven por su pueblo. Sus hijas, las princesas, son las más guapas y sus hijos, los príncipes, los más valientes. Los malos y los cabrones no están en la corte sino que son gente del pueblo: un cabrero malvado, una bruja asquerosa, un monstruo feo que vive en una cueva. Los reyes de los cuentos y los de las patrañas religiosas como son los reyes magos, de los que no hay ninguna evidencia de que fueran reyes ni magos ni siquiera que existieran, regalan de todo a troche y moche, ya sea oro, incienso y mirra, la playstation, la tablet o la patrulla canina. Mentira, mentira podrida. Además de perpetuar la imagen machista de  reyes y príncipes listos y valientes y de reinas y princesas sumisas y hermosas, lo que hacen los cuentos y las leyendas es dar la vuelta a la tortilla. Porque a lo largo de la historia, los reyes, en lugar de regalar,  lo que han hecho es esquilmar al pueblo, freírlo a impuestos, tributos, alfardas, diezmos u otros cientos de nombres más para robar a manos llenas. A los reyes, incluso a los de nuestros días, hay que alojarles con nuestro dinero en palacios, pagarles un sueldo a ellos y a toda su prole. Mientras ellos se van a cazar elefantes o a navegar en unos yates que les pagamos, su patrimonio aumenta y aumenta y aumenta. Pero no  por arte de magia sino por otras razones que todos conocemos.  Viajan al extranjero y sus primos árabes les regalan coches y aviones y comisiones. ¿Y qué hace un rey? Leer media docena de discursos que le escriben, esquiar, alojarse en lujosos hoteles, comer en restaurantes de estrellas Michelín y tener hijas que se casan con deportistas del balonmano que dan pelotazos a manos llenas.  El día que tenga nietos, les diré que los regalos los traen Melchora, Gaspara y Baltasara, tres mujeres valientes y listas que viven en una humilde casa, en un pueblo llamado Fantasía, en el  lugar exacto donde el arcoíris se junta con los sueños y la ilusión. Y les enseñaré a que si se encuentran con un rey, se alejen de él a toda velocidad antes de que les robe los juguetes.

Evaristo Torres Olivas

3 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Osti,tú! Hace dos meses que Arrufat presentó la dimisión como delegado territorial de la DGA en Teruel y la Administración funciona sin mayores problemas. Entonces, pregunto yo, ¿para qué sirve ese cargo? ¿Para cobrar un sueldo y áu? ¡Manda webs!

Anónimo dijo...

Sin conocer los pormenores de la cabalgata de Madrid y de Valencia, me convence más el modelo empleado en la "otra capital del Turia" con 3 mujeres haciendo de Libertad, Igualdad y Fraternidad.

Quizá ahora sea demasiado problemático hacerlo, pero hay que aspirar a hacer NADA. Ni sustituciones de cabalgata de reyes así, ni asá. Se puede criar, dar regalos y cariño a las niñas y niños sin necesidad de mentirles ni calentarles la cabeza.

Saludos

Anónimo dijo...

No quiero mentar lo que me parecieron las "tres mujeres" por no ser políticamente correcto.

Creo que para el año que viene se deberían organizar dos cabalgatas: una cristiana y otra laica, y que cada cual opte.