“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

jueves, 21 de enero de 2016

Los viajantes de comercio de la religión

Ser pobre tiene muchos inconvenientes. Y alguna ventaja. En mi caso, ser hijo de una familia pobre, de un pueblo pobre en una provincia pobre como Teruel me evitó la amargura, la sordidez y la intolerancia de la España nacionalcatólica de los años de mi infancia. Emigramos a Francia y no sufrí la tortura religiosa a la que fueron sometidos mis amigos que se quedaron en el pueblo. He vuelto a pensar en la suerte que tuve al leer la contestación que Monsieur Germain, profesor de colegio de Albert Camus, envió a este en 1959 en contestación a la que el escritor y periodista francés le había remitido cuando recibió el premio Nobel. El maestro, que no era creyente, decía (permítanme la extensa cita): “Creo haber respetado, durante toda mi carrera, lo más sagrado que hay en el niño: el derecho a buscar su verdad. Os he amado a todos y creo haber hecho todo lo posible por no manifestar mis ideas y no pesar sobre vuestras jóvenes inteligencias. Cuando se trataba de Dios (está en el programa), yo decía que algunos creen, otros no. Y que en la plenitud de sus derechos, cada uno hace lo que quiere. De la misma manera, en el capítulo de las religiones, me limitaba a señalar las que existen, y que profesaban todos aquellos que lo deseaban. A decir verdad, añadía que hay personas que no practican ninguna religión. Sé que esto no agrada a quienes quisieran hacer de los maestros unos viajantes de comercio de la religión, y para más precisión, de la religión católica”. Yo tuve la misma suerte que Camus; en Francia nadie me comió el tarro con la religión, no iba a misa los domingos y nadie me soltaba una hostia (ni de  las consagradas ni de las que hacen daño, que unos curas y unos maestros salvajes y fanáticos les repartían con saña a los niños de la España franquista). Cuando a los 16 años volví a España a un colegio interno, ya era demasiado tarde para que ningún energúmeno con sotana intentara llenarme la cabeza con credos y monsergas. Gracias a los maestros y maestras franceses que tuve,  muy parecidos a Louis Germain,  que se negaron a ser viajantes de comercio de la religión católica, apostólica y romana. Y de todas las demás.

Evaristo Torres Olivas

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Laica...¿no era una perra?

Anónimo dijo...

Desgraciadamente, después de la dictadura, son muchas las criaturas que no pueden escapar a los adoctrinamientos, destacando, por supuesto, el nacional - católico... que sigue existiendo, con leves modificaciones y matices.

Las religiones no son necesarias, sino dañinas.
Los dioses y otros seres sobrenaturales y de leyenda no son más que un producto de nuestra mente.
Sin embargo, esfuerzos malintencionados aparte por implantar, propagar y ganar poder de todas las religiones (y sus beneficiarios), sorprende que semejantes sartas de mentiras incongruentes dominen la mente de millones de personas... con funestas consecuencias para ellas y para el resto de la humanidad.