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“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino
La entrevista de trabajo (1)
El lunes, en la presentación del debate, o combate, entre Caraplasma Rajoy y Pedro,
Camisablanca, Sánchez, el moderador, Manuel Campo Vidal, citó al “mayor experto
mundial en debates”, Alan Schroeder, y dijo que “un debate es una entrevista de
trabajo”. Y no le faltaría razón si en lugar de afirmar que es dijera que
debería ser. Yo, que he dedicado la mayor parte de mi vida
laboral a trabajar en departamentos de personal (también llamados, por esas
modas y gilipolleces de la vida moderna, de recursos humanos y de capital
humano), y he realizado cientos de entrevistas, estoy en condiciones de afirmar
que ni Rajoy ni Sánchez habrían superado la primera ronda de selección. Ni
tampoco la mayoría de los candidatos que se presentan a estas elecciones. En
una entrevista de trabajo, el candidato
que miente es descalificado sin miramientos. Y el lunes, tanto Rajoy como Sánchez
se hartaron de mentir o de contar medias verdades, que también son mentiras. También
es rechazada la persona que es capaz de ver los errores de todo el mundo pero no
los propios. La originalidad y la creatividad son asimismo cualidades que
puntúan mucho en una entrevista y ni Caraplasma ni Camisablanca demostraron una
pizca ni de una ni de la otra. Otro de los aspectos que hacen que un candidato
sea rechazado en una entrevista es la divagación, las generalidades y los
brindis al sol. Si a un aspirante a presidente de una empresa cualquiera le
preguntan qué haría para reflotar la empresa y contesta que apuesta por cambiar
lo viejo por lo nuevo, por una regeneración, por hacer inversiones productivas
y por elevar la motivación de los empleados con medidas más justas para generar
ilusión y encarar el futuro, lo más
probable es que le contesten que en esa empresa se apuesta por contratar a
personas que no se vayan por las nubes y sean capaces de fijar objetivos
realistas, concretos, posibles y medibles. Sin embargo, la mayoría de los
políticos no son capaces de ir más allá de las vaguedades que nada significan y
a nada comprometen. Sí, un debate debería ser una entrevista de trabajo para elegir a los
más cualificados. Desgraciadamente, no es así.
Evaristo Torres Olivas
Otrosí: si en una entrevista alguien utiliza la expresión apuesto por, salvo que se trate de un casino, habría que recordarle que en las apuestas siempre gana la banca, y que sería mejor que utilizara otras palabras como me comprometo, aseguro, que me ahorquen si no cumplo, que me capen si lo que prometo no se lleva a cabo...
1 comentario:
Si las personas al frente de los partidos políticos y/o sus portavoces oficiales u ocasionales ya se "comprometen", "prometen" y "apuestan", indistantemente según les da en el momento..., el problema (uno de los) es que luego en el poder TODO PARTIDO POLÍTICO HACE LO QUE LE DA LA GANA. Independientemente de lo que diga su programa, de lo que haya prometido y por lo que haya "apostado".
Y hacen lo que les da la gana... a otros pocos que no se presentan a las elecciones, entre otras cosas, porque la gente de a pie no tiene ningún tipo de control, ni pequeño ni grande, sobre el gobierno de la institución que sea.
Lo único que la gente "normal" tiene, de forma muy limitada y precaria -más desde la aprobación de la ley mordaza- es la capacidad de movilizarse (con imaginación, mejor) para presionar al poder en el sentido que beneficie a la mayoría de la gente de abajo.
Pero, como sabemos, las sirenas del voto y la delegación de la toma de decisiones (¿?)consiguen que buena parte de la población jamás ejerza su capacidad de presión sobre el poder de turno, que es la que está más al alcance de su mano.
El voto no es más un cheque en blanco para que las personas que componen la cúpula de dicho partido hagan y digan lo que les parezca oportuno. No te están representando, porque al votarles RENUNCIASTE a tu capacidad de decisión (supuesta). Deciden esas pocas personas de los distintos partidos, un puñado entre muchos millones de individuos.
Es significativo que el poder económico haya pasado de favorecer dictaduras (aunque también lo hagan en otros lugares, si les conviene) a favorecer "democracias parlamentarias" en sus, digamos, "países base" de cultura occidental... y es que el gran capital sabe perfectamente que, con unos medios de comunicación a su servicio -por activa o por pasiva-, es mejor dejar que la gente vote, pues saben que la población pensará que su RENUNCIA -mediante el voto, entre otras cosas- a decidir lo de todas entre todas, es, paradójicamente, su participación y opinión en el acotado pedacito de sociedad mundial de la que forman parte.
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