“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

jueves, 24 de diciembre de 2015

Hágase mi voluntad

En España, los bares son lugares de encuentro en los que además de jugar a las cartas se habla de fútbol  y de política. Como el domingo tuvimos elecciones, estos días en mi pueblo el tema estrella ha sido la política. Y de una de esas conversaciones de bar ha habido un asunto que me tiene pensativo durante toda la semana. Se comentó que en los pueblos una gran mayoría de las personas van a votar con las papeletas que traen de sus casas. También que un partido convoca unos días antes de las elecciones una reunión de militantes y a cada uno le entrega un paquete de sobres para que los reparta entre sus familiares, vecinos, etc. Yo puedo confirmar esa práctica porque se la hacían a mi madre, según me contaba ella. Mi madre, como muchas personas mayores de los pueblos, de política no entendía nada y me comentaba que estaba muy agradecida a una señora porque cada vez que había elecciones le llevaba los sobres preparados para votar. Mi madre no sabía qué contenía el sobre y pensaba que votar era depositarlo en  la urna y que todas las papeletas eran iguales. Esa práctica también se ha comentado que la hacen las monjas en residencias de ancianos. A mí me parece algo asqueroso y deleznable. Sin embargo, en el grupo en el que lo debatíamos, me quedé solo. A los demás les parecía algo normal que hacen todos los partidos.  Si uno cree en unas ideas, argumentaban, lo lógico es que trate de convencer a otros y si les da lo mismo votar a unos que a otros no hay nada malo en darles el sobre con la papeleta de quienes  uno cree que son los mejores. Al final, según opinaba la mayoría, lo que cuenta es el número de papeletas de cada partido que hay en las urnas. El cómo se ha conseguido es una asunto que no tiene importancia: unos se gastan muchas perras en publicidad, otros invitan a paellas a los que les voten, unos terceros,  como se dice que hacía la alcaldesa  Mariví de La Muela, les pagaban viajes al Caribe a los abuelos. Y a mí me entran sudores fríos solo de pensar que dentro de unos años, cuando me ingresen en alguna residencia de abuelos porque se me va la olla y me mee patas abajo, algún  señor o alguna monja caritativa me entreguen las papeletas del PP para que las eche en las urnas.  Dejo escrito ahora, como si fuera mi testamento, que  cuando yo sea viejo y esté en una residencia, autorizo a los presidentes de las mesas electorales a abrir mis sobres de votación y si las papeletas son del PP que las echen a la basura y no a las urnas.  Lo firmo en Villarquemado, a 24 de diciembre de 2015. Hágase mi voluntad.

Evaristo Torres Olivas
 

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