Elevadas cotas de incompetencia

Hace días que no despotrico contra el censor Arrufat. Le he cogido algo de miedo desde que es delegado del Gobierno de Aragón en Teruel. No sé exactamente qué se hace en ese puesto pero parece algo importante, con mando en plaza y capaz de enviarme a algunos efectivos de ese invento que se llama Unidad Adscrita de la Policía, unos que viajan en coches de colorines, para que me pidan los papeles y me intimiden con sus sirenas. Si el habla y la escritura reflejan el pensamiento, don Antonio Arrufat piensa poco y mal. La verdad es que las escasas veces que he escuchado a Arrufat, siempre leyendo textos escritos por otros, no me había causado muy buena impresión. Tampoco la única vez que hablé con él: cinco minutos en la cafetería del Hotel Cristina, dos días antes de que me prohibiera escribir en el Diario de Teruel por no hacer caso a sus recomendaciones consistentes en no hablar tanto de los políticos y sí hacerlo de otras profesiones como enfermero, carpintero,  leñador o corredor de seguros, por ejemplo. Pero para que comprueben que no me invento nada, al final de este texto incluyo un escrito de Arrufat que he encontrado por azar en la página del PSOE de Teruel, cuando buscaba información sobre la dimisión de Yolanda Casaus. Que una persona que es miembro de la ejecutiva del PSOE de Teruel, que ha sido presidente de la Diputación, senador y ahora delegado del Gobierno, se exprese peor que un colegial de diez años debería preocuparnos. Y mucho. Lean el texto y comprueben la cantidad de lugares comunes y simplezas, por no decir sandeces,  que escribe. Pero no se fíen de mí, lean, lean despacio e intenten descifrar qué nos quiere decir. Pero con ser preocupante que un político se exprese de esa manera, aún lo es más que se publique como artículo importante en la página oficial del PSOE, que haya pasado todos los filtros,  que se anuncie con letras grandes,  y que se exponga en el escaparate del partido. Si ese es el patrón con el que debemos medir la excelencia en el Partido Socialista de Teruel,  más que frente a la  excelencia nos encontramos ante la medianía y la mediocridad. Está claro que para ser senador, presidente de una diputación, delegado de Gobierno o alcalde de La Cerollera vale cualquiera. Si estuviera aquí Marx, don Groucho, diría que partiendo de la nada, Arrufat ha alcanzado las más elevadas cotas de incompetencia.

Evaristo Torres Olivas

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