“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

jueves, 17 de septiembre de 2015

Cachobo

Se puede justificar cualquier barbaridad con todo tipo de argumento pseudocientífico. O con trozos de argumentos científicos mezclados,  manipulados, cocinados y aderezados para probar cualquier cosa que uno se proponga. Y además si quien lo hace se presenta con un título de catedrático o experto,  las posibilidades de que se le crea son mayores. Eso es exactamente lo que hace don Luis Martín Arias, catedrático de Farmacología, pregonero de la salvajada del Toro de la Vega del año 2013. En ese pregón dice chorradas como templos, con poca gracia,  pero muy emotivas según la crónica de la “imparcial” Federación Taurina de Valladolid.  Este año ha dado un paso de gigante  en sus investigaciones y nos ha entregado una nueva muestra de su erudición (¿o habría que escribir herrudición?). En la web del Patronato del Toro de la Vega escribe un artículo que titula Consideraciones en torno al Toro-Vega, en el que mezcla la antropología,  la psicología de Freud, el chascarrillo de taberna, la ignorancia y la estupidez para llegar a la conclusión de que aunque follamos mucho,  nos reproducimos poco y eso induce a los hombres a pegarles a las mujeres. En palabras del pedazo de sabio: A menor capacidad para reproducimos más violencia desatada y loca contra las mujeres”. Y ahí es donde entra lo que él llama  la “violencia localizada, socialmente productiva del Toro de la Vega". Al darle de hostias al toro, hasta matarlo, evitamos zurrarle a la mujer. Además, el vencedor se convierte en una especie de macho alfa, el que más huevos tiene, y eso hace que las hembras se lo rifen para encamarse con él y producir hijos sanotes y fuertotes. Más o menos igual que los gorilas. A mí se me ocurren otras maneras de canalizar la violencia para dejar de molestar a las mujeres. Una de ellas consistiría en que los aspirantes a machomán compitieran entre ellos a cabezazos como hacen los ciervos en la berrea. Y cuando sintieran que no podían contener su violencia, en lugar de desahogarse y liarse a golpes  con un toro, un perro o con otra persona, que se aplasten  los testículos  con dos ladrillos; produce unos resultados milagrosos. Por cierto, el ganador del Toro de la Vega de este año  es conocido en Tordesillas  como Cachobo. Sin más comentarios. 

Evaristo Torres Olivas
 

1 comentario:

Anónimo dijo...

Fraga, en su día, con Franco, lo prohibió.