“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

martes, 29 de noviembre de 2011

Urdanga

Lo decía hace unos días Llamazares, que al paso que vamos en este país no va quedar incorrupto ni el brazo de Santa Teresa. Lo dice por lo del Urdangarin. Por lo visto, es un presunto desviador de fondos públicos. Algo se podían haber imaginado en la Casa Real cuando la infanta les dijo que se iba a casar con un jugador de balonmano. Ya se sabe que esos deportistas tienen los brazos fuertes y las manos largas. Si se confirma lo que hoy es sólo una presunción, el rey haría bien en modificar el título nobiliario que le concedió al yerno y llamarle a partir de entonces duque de la Palma de la mano larga. No sabe don Iñaki el daño que le ha hecho a la monarquía. La monarquía vive de la imagen, como dice Wyoming, de estampar su cara en las monedas y los billetes, de pasearse en cochazos y lucir vestidos molones en los bodorrios endogámicos.  Los reyes y reinas, reinan; los consortes y familiares presiden fundaciones benéficas, se retratan con niños enfermos y pobres, inauguran cosas y van a conciertos de música.  El rey es irresponsable, lo dice nuestra Constitución, el artículo 56: “La persona del rey es inviolable y no está sujeta a responsabilidad”. Pero Urdangarin ha demostrado ser un irresponsable porque a él no le aplica el artículo 56 y ha sembrado la duda entre los españoles. Las familias reales, por tradición y por ocultación,  no roban, sino que dan a los necesitados, comparten su dolor y felicitan la Navidad a todos los súbditos, tanto los que viven en el  suelo que los vio nacer como los que se comen las uvas y el turrón  lejos de la Madre Patria. Sus vidas inspiran los cuentos y las películas de Walt Disney: Érase una vez un rey muy bueno que quería mucho a su pueblo. Tenía una hija muy guapa, una princesa con cabellos de oro y boquita de fresa. En todas esas cosas debería haber pensado Urdanga (así parece que lo llaman los íntimos) antes de meterse en camisas de once varas o en botas de siete leguas, si es que se ha metido. No solamente porque no tenía ninguna necesidad de sustraer dinero público en beneficio propio, sino porque será la vergüenza de la Familia cuando en los cuentos se lea que la princesa se casó con un apuesto chicarrón de recios muslos, fuertes brazos y  manos muy largas.

Evaristo Torres Olivas
Poderosos muslos, fuertes brazos y manos largas

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