“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

lunes, 28 de noviembre de 2011

Les sobran los motivos

Nunca me he llevado bien con el Instituto Armado, la Benemérita, el Cuerpo,  la Guardia Civil. Los picoletos. Por las hostias que repartían en mis tiempos de estudiante y por las historias que se contaban en la familia y entre los conocidos de las actuaciones de “la pareja” en los pueblos, en la Casa Cuartel del Todo Por la Patria. Y por el general Pizarro en Teruel. Y por Tejero. Todavía hoy, su presencia me repele. Me da miedo. Me acojona. Seguramente soy injusto. Sé que La Guardia Civil tiene muchos defensores y  hagiógrafos, que el Cuerpo ha hecho mucho para combatir el terrorismo, que tienen un estatus militar, que cobran poco (eso dicen) y trabajan mucho. Pero a mí me acojonan. Ante su presencia, en lugar de sentir la tranquilidad que deberían proporcionar las fuerzas del orden, el picoleto amigo y todas esas monsergas que nos cuentan, yo me pongo a temblar. Los he evitado siempre que he podido. No me gusta conducir y  nunca corro en la carretera (mi ex decía que no era prudente sino lento); me han puesto muy pocas multas y si conduzco, no bebo. Nada. Ni media cerveza ni un cuarto de copa. Llevaba años sin que me molestara ningún energúmeno de la Benemérita de tráfico. Pero este año, sin motivo, me han parado tres veces. Las dos primeras, una en la rotonda de Santa Eulalia y otra en la de Platea, no pasó nada: buenos días, documentación, circule. La tercera fue el 20N, día del triunfo por goleada de don Mariano. Resultado: doscientos euros de multa y cuatro puntos del carné. Motivo: según la papeleta del picoleto, desobedecer las órdenes de la autoridad, artículo 143. Las supuestas órdenes consistían en unas ráfagas de luz por detrás y que yo, que circulaba a noventa, interpreté como de unos que iban de juerga y me querían adelantar. Cuando efectivamente me adelantaron, comprobé que era la policía y paré; el picoleto prepotente, chulo y con pistola, además de acojonarme, me indicó que mi iba a poner doscientos euros de multa y quitarme cuatro puntos. E hizo las dos cosas: los euros y los puntos. Me dijo buenas noches. Le contesté que no le deseaba lo mismo. Mis preguntas: ¿Qué defensa tiene un ciudadano ante semejante atropello? ¿Tendrá madre un tipo de esa calaña? ¿Quién multa a los multadores ?   Cuando de crío contabas que el maestro te había dado una hostia, sin motivos, la respuesta era que  algo habrías hecho. Los maestros de mi infancia y la pareja de la Guardia Civil siempre pegaban por algún motivo. Lo mismo que los picoletos de tráfico, que acojonan y multan por nuestro bien. Sus motivos tendrán. Malandrines.

Evaristo Torres Olivas
Foto de W. Eugene Smith

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Defensa? Ninguna.
Son la Autoridad, todas las personas y cuerpos que caben dentro de la palabra pueden, dentro de unos márgenes, hacer lo que les dé la real gana.
Si chistas, mal; si desobedeces, mal... si te hacen algo, aparte de que ellos van armados y tú no, no tienes ni derecho a defensa propia, pues sería "atentado contra la autoridad". Nos tienen a su merced. Sin embargo, si, p. ej., te calienta un policía por salir a la calle a expresar una opinión políticamente incorrecta, ahí no hay "atentado al ciudadano". Por favor, si ya no les puedes pedir ni el número de placa, aunque estén obligados -se supone- a dártelo.

Además, sus sueldos los pagamos nosotros, pero no nos vale de nada, pues son los que controlan ese dinero quienes realmente se benefician de la existencia de hombres armados en las calles.
Coaccionando nuestro comportamiento y generando inseguridad.
Luego, siempre está el típico imbécil que suelta lo de: "si no tienes nada que ocultar, ¿por qué te preocupa la presencia policial?"
A ver si resulta que ahora nuestra ética y principios tienen que coincidir con la legalidad para ser "aceptables"... y si no coinciden, pues eso... ¡algo habrás hecho!

No es bueno que haya quien pueda disponer de tu vida y tu voluntad cuando se le antoje. No es bueno que una persona pueda ejercer autoridad sobre otra: al oprimido lo humilla y al opresor lo pudre y degrada como ser humano.

Anónimo dijo...

Con los elementos armados mejor no tener ningun encontronazo; hay que ser muy persona y muy racional para unir autoridad y pistolas.
Y con la Justicia tampoco es aconsejable tener lios pues ya sabemos como funciona de mal.

ARB