“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

lunes, 22 de enero de 2018

Esponsorizar worshops

Contraportada de la revista XLSEMANAL: fotografía de una mujer mayor que sostiene entre los dedos una tarjeta Mastercard. Debajo de la foto, el siguiente texto: “Dedicar tiempo a lo que realmente importa. Priceless. Gana segundos pagando con contactless de Mastercard, la manera más rápida y sencilla de comprar”. En la misma revista, en un reportaje sobre un foro de empleo, se presenta a una de las ponentes: Rocío Valenzuela, product manager de la start-up HRider.  Son solo dos ejemplos de los muchos que aparecen en esa revista. Y en la mayoría de las revistas españolas. ¿Qué sentido tiene anunciar en España una tarjeta de crédito mezclando el español con el inglés? ¿Por qué denominar en inglés un puesto de trabajo en España? ¿Acaso priceless añade algo a decir que no tiene precio? ¿Un product manager es mejor que un responsable de producto? ¿Una start-up es algo diferente a una empresa emergente? La puñetera publicidad, dominada por las agencias americanas, ha conseguido contaminar nuestra lengua e incrustar en nuestras mentes la idea de que cualquier cosa— una nevera, un coche, una espátula para rascar la pintura de las  paredes o unos calzoncillos— es de mejor calidad, y por consiguiente ha de venderse mucho más cara, si la anunciamos con expresiones en inglés. Aunque ignoremos el significado de esas palabras y ni siquiera nos molestemos en averiguarlo. Es triste comprobar cómo personas mayores, muchas de la cuales no tuvieron posibilidad de asistir a la escuela,  y mucho menos a la universidad, se expresan en castellano con mayor corrección que muchos jóvenes que desde los cuatro a los veinticuatro años no han hecho otra cosa que estudiar. Y también es triste constatar que quienes más palabras inglesas intercalan en sus conversaciones en español son quienes peor hablan el inglés. La peña de Ana Botella y su relaxing cup of café con leche in Plaza Mayor. Los que sueltan espiches en los worshops que esponsorizan.

Evaristo Torres Olivas

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