“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

lunes, 16 de octubre de 2017

Trajeado, repeinado y mala persona

José Bono, el exministro de Defensa, expresidente del Congreso, el que se hizo un retrato    que costó 82 000 euros pagados con el dinero del contribuyente,  el católico, apostólico y romano, amigo de obispos y cardenales, el coqueto socialista que se ha gastado una fortuna en implantes capilares, es una mala persona. Muy mala. Es mentiroso y manipulador. Se puede discrepar del oponente, criticar duramente al adversario político, pero basándose en lo que ese oponente dice o hace, no inventándoselo. En una entrevista en la televisión, José Bono ha manipulado un video para hacer creer a la gente que Pablo Iglesias es una persona que reniega de España y de la bandera española, cuando si se escucha el video completo—un vídeo del año 2013, cuando Podemos ni siquiera existía—, Iglesias dice únicamente que la derecha se ha apropiado de la identidad de España y de la bandera. Hace falta ser de muy mala calaña para tergiversar de esa manera lo que dice un oponente con el único propósito de denigrarle. Demuestra Bono, él que presume de católico, que el mandamiento ese de no mentirás ni levantarás falsos testimonios no es algo que le inspire demasiado. Y también demuestra que no era digno de ocupar los puestos de responsabilidad que ha ocupado durante muchos años. Ni tampoco de que un cuadro suyo, que costó lo que muchísimos españoles no ganan en cinco años de trabajo, cuelgue en las paredes del Congreso de los Diputados. José Bono merece figurar en un lugar destacado en el museo de la infamia, pero no con un retrato de muchos miles de euros, ni siquiera con una instantánea de fotomatón. Un retrato vulgar hecho con cuatro brochazos sería suficiente. No se merece otra cosa. Cuesta creer que un personaje como él, que ha ocupado durante seis legislaturas la presidencia de Castilla-La Mancha, que ha sido la segunda autoridad del Estado y ministro de Defensa, y que además ha acumulado un patrimonio nada despreciable, tenga que recurrir a sucias artimañas para criticar al adversario. José Bono es uno de esos políticos que ensucian la marca España y su bandera. Por muy trajeado y repeinado que vaya.

Evaristo Torres Olivas

1 comentario:

Unknown dijo...

Creo que como calificativo, meapilas, monaguillo y de DERECHAS.
Nuestra incultura política, le ha permitido medrar en tierra de nadie.