“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

jueves, 27 de abril de 2017

La ñoñería

Ayer hablaba de unas monjas de la orden de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados. También las hay que se llaman Hermanitas de los Pobres o Hermanitas de la Caridad. Puestas a utilizar tanto diminutivo, no sé por qué no dicen que son hermanitas de los ancianitos desamparaditos o de los pobrecicos. Bromas aparte, considero que el abuso de los diminutivos, especialmente cuando se habla entre adultos, es,  además de una ñoñería y una cursilada, una infantilización  innecesaria del lenguaje. Cuando el tema de conversación son los niños, el edulcoramiento produce náuseas. Puedo entender que al hablar de un niño, de un bebé,  se diga que tiene boquita, naricita y piececitos,  porque efectivamente, comparados con la boca (o bocaza), la napia  y los pinreles  de un adulto, los de un niño son más pequeños. Pero no entiendo que una madre o un padre nos cuenten que su criatura cumple siete mesecitos o una añito, como si los meses de un bebé duraran una semana y los años de un niño, cincuenta y dos días.  Con cierta frecuencia, me encuentro en las redes sociales a padres irresponsables, que además de decirnos dónde viven y a qué colegios van sus hijos,  cuelgan fotos de sus criaturas y escriben textos como este: Hoy  Claudita cumple tres añitos, ha soplado las velitas en compañía de sus papis, abuelitos y primitos. Ha recibido muchos regalitos y le han dado muchos, muchos besitos. También se utilizan los diminutivos o se reduce el tamaño o la cantidad para referirse a las palabras escatológicas, desagradables y para comunicar malas noticias. La caca así se convierte en caquita, el pene en colita,  un tumor en un pequeño tumor y una raja hasta el ombligo en una pequeña incisión. Claro que, puesto a elegir, son preferibles los diminutivos a los eufemismos. O tal vez no. No sabría decir si es preferible un ligero decrecimiento o un crecimiento negativo, si es mejor decir unos pocos despidos o un redimensionamiento de la plantilla. Si uno lo piensa un poco, tanto los unos como los otros se utilizan para lo mismo, para engañar, para enmascarar la realidad. Porque,  se llame como se llame, si te despiden, te encuentras en la puta calle.

Evaristo Torres Olivas

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