“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

martes, 25 de abril de 2017

Bajar los humos

Cuando a uno le entra la tentación de creerse el rey del mambo o el ombligo del mundo, para bajarte los humos no hay mejor medicina que enterarse de lo que cuentan algunos a tu espalda, amparados en el anonimato de internet o creyendo que no te vas a enterar de lo que hacen o cuentan de ti a otros. Este blog, que se creó hace casi diez años, no ha censurado nunca ningún comentario, ni los elogiosos, la mayoría, ni tampoco los que me ponen como hoja de perejil. Entre los amigos y conocidos,  casi todos me elogian y me felicitan. Esto, junto con el creciente número de entradas diarias (en alguna ocasión han llegado a las ochocientas) y el hecho de que me prohibieran escribir en el Diario de Teruel (considerarse víctima también contribuye a engrandecer el ego),  puede hacerte creer lo que no eres. De ahí la necesidad de equilibrar las cosas con otras opiniones que te hacen bajar de las nubes. Internet, ese monstruo cotilla que todo lo sabe y todo lo almacena,  me ha hecho descubrir esta semana algunas cosas importantes. Mirando las palabras clave con las que entra la gente a este blog me he enterado de que si bien algunos lo hacen tecleando mi nombre, en resumidos cuentos, cuentos cortos o cuentos resumidos, otros escriben periodista de burdel o mierda seca. También he descubierto que más de dos docenas de entradas son propias. Si a las propias añadimos las de los amigos y conocidos,  el resultado es que, salvo los picos de ochocientas entradas que se producen alguna vez, diariamente  leen mis chorradas cuatro gatos. Y si envío mis columnas a algunos foros de WhatsApp o Telegram, también me puedo encontrar con algún varapalo, como el que me dio hace unos días una persona, esta sí con nombre y apellidos, que escribió: “Utilizar este canal para endilgarnos tu blog a las primeras de cambio me parece abusivo”. Deduzco que  esas palabras estaban escritas con ánimo de ofender, porque endilgar significa endosar algo desagradable e impertinente y a las primeras de cambio significa de buenas a primeras, de golpe y porrazo, a bocajarro, sin previo aviso. En otra ocasión me envió a la mierda. Todo esto contribuye a ponerme en mi sitio, según mi interpretación de la ley del equilibrio de Newton, aplicada a las relaciones personales,  que dice, más o menos, que a todo elogio adulador que te eleve hacia las nubes hay que oponerle una crítica feroz que te hunda en el abismo y así poder permanecer con los pies en el suelo.

Evaristo Torres Olivas

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