El pasado día 11 de marzo publiqué en este blog y en
facebook una columna titulada
Zurrumendi, Zoquete y Evaristo. La idea surgió después de ver un video en El Eco de Teruel en el que José Ramón Morro, candidato del PSOE a la alcaldía de
Teruel, hablaba de lo maravilloso que eran todos los candidatos de su lista; una
lista confeccionada a dedo por el propio Morro. Unos días antes había leído un
artículo de unos profesores en el que se hablaba de cómo influye el orden de
los candidatos en los resultados de unas elecciones. Recordé un artículo en el
que se comentaba la suerte que tendría Arrufat si se presentase al Senado —cuando
los nombres se ordenaban alfabéticamente— y
de los casos de Ruiz Gallardón y de Ramón Rubial. En la columna, en tono
humorístico, no mencionaba ninguna a persona de Teruel y los nombres que
aparecían eran inventados. Quería contar la manipulación a la que nos someten
los partidos como el PP o el PSOE cuando cuentan que sus listas son
equilibradas y que recogen todas las sensibilidades dentro del partido. Así lo
entendieron casi todas las personas que dijeron que les gustaba o que hicieron
un comentario. Pero hubo uno, una mente privilegiada, que vio y leyó lo que
nadie había visto ni leído: que esa columna era un ataque a una lista en la que
él se presentaba. Y además criticaba a otros miembros de la lista por haber
osado decir que les gustaba la columna. Sobre ese error de partida se empezó a
levantar una montaña de acusaciones —y otras acciones que comentaré cuando pasen
las elecciones municipales y autonómicas— contra mí sin ningún fundamento. Lo de
menos es que me critiquen, ridiculicen, ignoren o insulten. Lo grave es cómo de
una mala interpretación, debida a la ignorancia, a la mala fe, a la deficiente
comprensión lectora, al prejuicio, o al simple error, se puede construir todo
un edificio de mentiras, rumores, sospechas, calumnias y falsas acusaciones. Cuando se quiere matar a
un perro se dice que tiene la rabia; cuando se quiere destrozar a una persona
se le acusa de decir lo que no ha dicho. Cuando esos métodos los emplean los
inmorales y los sinvergüenzas nadie se extraña, pero si lo hacen personas que presumen
de tener principios y ser unos luchadores por la democracia, la justicia y la
igualdad, a mí se me revuelven las tripas y me produce una enorme tristeza.
Evaristo Torres Olivas
Bankia también dice que tiene principios
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