Evaristo Torres Olivas
viernes, 27 de marzo de 2015
El refundador que la refunde. Tercera parte
“Inmensos, completos, emotivos, apasionantes, estuvieron Cayo
Lara, y Alberto Garzón, y Antonio Maíllo, y los demás candidatos y candidatas.
Hicieron un mitin por su sitio, en un espacio abarrotado”. Si en la anterior
parrafada se sustituyen las palabras candidato, mitin y espacio por torero,
corrida y plaza, perfectamente podría tratarse de un extracto de crónica
taurina, de esas que nos hablan de recibir a porta gayola y matar por derecho.
De triunfo en la Maestranza, con corte de orejas y rabo. Pero, por los nombres que se citan, los
lectores habrán adivinado que se trata de un texto laudatorio—pelotillero—de la
actuación de tres dirigentes de Izquierda Unida en un mitin de las recientes
elecciones andaluzas. El autor de este panegírico no es otro que otro dirigente
de Izquierda Unida, Adolfo Barrena, coordinador del partido en Aragón y número
dos del Federal. Forma parte de un texto más extenso del mismo tenor publicado
en su cuenta de Facebook. Don Adolfo es aficionado a los excesos; pasa del amor
al odio con mucha facilidad. Lo mismo llama “inmensos, completos, emotivos y
apasionantes” a su compañeros, que “ratas, trileros, arribistas y ganapanes” a exmilitantes
del partido como Violeta Barba. O afirma en uno de sus últimos
posts que oye “a algún capullo decir
que se ha roto el bipartidismo”. O pronuncia frases absurdas como esta, también
de uno de sus últimos artículos: “Y veo, en las marchas de la dignidad, y en
los piquetes, a quienes no veo ni nunca he visto". Veo a quienes no veo es como
el vivo sin vivir y el muero porque no muero de santa Teresa. El señor Barrena no es el único dirigente de
IU que se comporta de esa manera. Y ese es otro de los males del partido. Los militantes
y los ciudadanos de izquierda esperan otra cosa de sus dirigentes, una mayor
capacidad dialéctica, un discurso más elaborado, más serio, más profundo, más
riguroso. Y también mayor capacidad de autocontrol, de equilibrio, de sensatez.
Recurrir siempre a la misma monserga cansa. Que en cada intervención se repita
que IU es “anticapitalista, laica, honesta, representante de la mayoría social,
honesta y democrática, la que tiene principios” aburre. Lo que cuenta son las
acciones y no las intenciones. Es necesario ir más allá del discurso de izquierdas genérico. En Izquierda Unida sobran clanes, componendas,
fontanería y sermones. Sobran reneses,
gordos, pereces y otros que han
hecho de la política su única profesión. Y falta democracia interna y
transparencia.
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