“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

sábado, 8 de agosto de 2009

Dar la lata galvanizada

Unos enormes cartelones de cuatro metros por tres invaden nuestras carreteras y calles. Son como el toro de Osborne pero en cutre y feo. Me refiero a la obligatoriedad impuesta por el Gobierno de que en todas las obras financiadas por el plan E, se deba colocar el dichoso panel de lata. Resulta incomprensible el despilfarro que ello supone además del pésimo gusto en el el diseño del cartelito de marras. Todavía se puede ver en algunos edificios una placa con el jugo y las flechas y un texto que reza que ese edificio es de protección oficial, subvencionado por el Ministerio de la vivienda, de cuando Franco. Pero son carteles de pequeñas dimensiones. Los cerebros que han decidido la imposición de los monumentos al feísmo que representan la hojalata del Plan E, deben ser antiguos chapistas y caldereros, reconvertidos a políticos. El sentido común indica que se debe guardar una proporción, que no puede costar más el aparejo que el burro o el collar que el perro. Que no tiene sentido poner un panel de 12 metros cuadrados por colocar tres farolas subvencionadas ni para asfaltar cuatro calles. Que con todo el bombo y platillo que el gobierno le ha dado a su plan local y toda la repercusión mediática que ha tenido, eran más que suficientes para que los ciudadanos se enterasen. Pero gastarse 46 millones de euros en semejantes adefesios, atenta contra todos los principios de la lógica y del sentido común. Y una vez concluidas las obras ¿qué hacemos con los cartelitos? ¿Se ha pensado en su reutilización? Quizás se puedan emplear para la creación de un poblado de chabolas en las afueras de las ciudades y de los pueblos. Tal vez se debiera convocar un concurso de ideas para que arquitectos, diseñadores y artistas encuentren usos a esas latas galvanizadas. Se me ocurre que también podrían ponerse en contacto con el Gehry ese que diseñó el Guggenheim y pedirle que nos haga una propuesta para un museo nacional de la imbecilidad, utilizando la chatarra del Plan E. De momento haríamos el edificio, que los objetos inservibles para exponer no nos faltarían; con las chapuzas de estos genios que nos gobiernan, lo llenamos en cuatro días.
Evaristo Torres Olivas. Villarquemado
DdT 8/8/2009

No hay comentarios: